febrero 21, 2013

Balada.

Seremos como pasos, que se amplían en el silencio, como ecos ahogados y mortíferos, como balas del absurdo que se presenta vestida de celeste y se hace llamar esperanza, seremos, somos, estamos, como soñadores respirando bocanadas de vacío helado, que se rellena con las vicisitudes y maravillas del día a día. Estamos y fomentamos, tonos que se elevan en mil direcciones en un diagrama pauteado que no es tal, se nos olvida que la vida en instantes, miradas y silencios. Duele el pesar rocoso de cargarlas como tesoros a las sombras ambivalentes que se extienden como la palabra que quiebra nuestro silencio.

Se nos olvida que lo prosaico no es realista, que lo práctico es el gesto, la caricia, la mordida del labio inferior y la quilla que rompe las olas en un velero imaginario. 

Se nos olvida que los silencios se extienden bajo la piel cuando incomodan, se meten en las sangre y dan a parar a las arterias en donde se esconden nuestros vicios, y entonces la lujuria y el ay no te tengo y hay paradojas en estos silencios.

Aunque admito que se eriza como la piel ante la música y parece que cada parte del cuerpo está destinada a desvanecerse en una bocanada seca que muerde el silencio de los labios y da a parar a tu cuello, donde está ese perfume maníaco que enloquece, y que al rociarlo a caído (santa gravedad) entre medio de tus pechos, que son flores, pero que también son un cuadro en una pared perfectamente blanca.

Maldita embriaguez dice el que se embriaga solo y le molesta, pero no lo dice el que se embriaga de la lujuria de pasión y destierro, de la boca que dibuja la mía y se dibujan como la sombra que dibuja la silueta de la luna.

Pero usted me dice, que hay maravillas en el día, pero yo le digo, que son mejores las de la noche.

disociación

En no premeditados pasos pasa como agua entre los dedos un líquido que no moja, se derrite y el actor lo mira entre sus manos húmedas pero a la vez secas, la habitación parece oscurecerse y palpitar, se borran los muebles, desaparecen los colores, y una pugna entre el blanco y el negro se alza en la habitación, mientras él sigue mirando las manos a la vez que su piel se eriza y un olor ocre parece dominar el aire.

Dentro de su ojo se bifurcan tonalidades de grises, un campo árido y en el fondo árboles desolados, al mismo tiempo que ríos y espejismos que se derriten, una parte de su mente parece palpitar como la habitación y palpita como un todo fugaz e inconsciente, más allá del ojo, que mira la mano en la que pasa el líquido que no moja, una tormenta se despierta, como un gigante que se despierta y ruge, y cada trueno es un recuerdo y una sensación desmedida, arrasa con varias capas de la piel al mismo tiempo que las sana, no hay dolor o sensaciones negativas, la tormenta no sufre ante la tormenta, miles de colores prestidigitan de el líquido que ahora cubre todas sus manos, y es absorbido  como una bocanada, pero por los poros de la piel, en el acto se dan cuenta que todos los poros son bocas que beben y botan, en un eco constante como con música espasmódica, el líquido entra en el torrente, y parece estimular los músculos y las sensaciones, la pupila se contrae y se dilata al ritmo de la tormenta de grises que se presenta en toda la habitación, pronto los grises toman color, y como mil barras dibujan ventanas que conducen a mundos inconcebibles, y la mente le palpita y mira las manos que cambian de color y forman formas desconcertantes. Ojos salen en el medio de sus manos y lo observan y en ellos parece ver la silueta de un hombre que lo mira aterrorizado, y luego ve más allá y ve a un hombre mirándose las manos en una habitación que palpita a su mismo ritmo cardíaco y que cambia sus vértices constantemente, así como el color de sus paredes. se estremecen sus poros que ya no son bocas sino siluetas, árboles y ventanas que dan a distintos paisajes, siente que algo ocurre, algo está pasando.

Vuelve la lucidez, duerme sobre sus manos, en no premeditados pasos pasa como agua entre los dedos un líquido que no moja que sale de su ojo y al tocar sus manos se evapora, un olor ocre parece llenar la habitación.

febrero 19, 2013

Nantes.

Y cómo entenderán las sombras que las cicatrices siempre duelen, incluso las blancas que parecen ecos ahogados por el licor. Dolorosos pasares en penumbras, pero llenos de luz, llenos de dicha, pero ahí es donde las sombras mejor se esconden y mejor interpretan su papel. Dos caras, mil silencios, y algo profundo y olvidado que se perdió, en el tiempo antes del tiempo, allá donde las sombras eran ficción.

Sucumben los pesares, almidonados en terciopelos de imitación, como los gatos de viento que se pierden en los pasadizos y parecen fantasmas que nadie ve, así mismo las paredes etéreas aprisionan cárceles de sal y sangre. Lo que no se entiende no se ve, pero tampoco se disfraza, el caos no necesita disfraces y aunque el sol no toque a las sombras, saben esconderse y saben presionar a distancia, con agarrotados dedos vociferando nociones pérfidas de irrealidades desteñidas.

Nociones desmedidas de un invierno temprano, de nieves milenarias y silencios ensordecedores, eso es lo que beben los viajantes.

febrero 13, 2013

Senderos que se bifurcan


La hojarasca siempre le recordaba al viento, y a la lluvia y al olor de la tierra húmeda, como un paseo constante por recuerdos de infancia, de un bosque, de trepar árboles y de encontrar en cualquier lugar el sitio perfecto para ser.
 
"Crujidos, todo se ve más claro, el ángulo del sol ya no toca por el mismo sitio la tierra, hoy  es verano y se recuerdan días mejores" pensó, mientras miraba hacía lo alto, una crema de estrellas parece cubrirlo todo en el cielo. 
Cuentan los antiguos que en la tierra bajo las estrellas se alzaban antes grandes misterios, que hacían estremecer el corazón de los hombres, cuentan también que antes, los dolores se sufrían en silencio y el crepitar de la hojarasca los calmaba, un dolor era atenuado por uno más grande, o más presente que los dolores que duelen bajo las cicatrices limpias, que vivir el día a día es lo más difícil del mundo y que hoy en día la gente no vive con el mismo peso, pensando todo el tiempo en un futuro que no llega, y atenuando el dolor del presente con el pasado. 

Hoy hay heridas profundas en la cicatriz de la hoguera, ahí donde antes se alzaban monumentos a antiguos pasajes entre senderos luminosos, ahí mismo donde hoy reina la oscuridad y los caminos son peligrosos aún de día, ahí donde el hombre bueno olvidó quién era, y sólo uso palabras cuando había que usar actos. 
"Debes cuidarte, si no sabes cuánto dolor puedes soportar, no utilices palabras porque tienen doble filo, los actos son más poderosos, un beso o un abrazo pueden decir mucho más " le dijo el sabio, pero el joven insensato jamás entendió, hasta aquella noche en que lo visitó el trueno y en las bóvedas del pecho retumbaron crepitando, gritos desesperados ahogados en intentos fatuos.

Entonces se despertó, como si hubiera estado vendado por siglos, y recordó quién era, y una cascada de dolor le cayó a través de la médula, y pareció que por el cuerpo pasaba vidrio molido, la insensatez se queda atrás y al final sólo queda la verdadera esencia, lo olvidado puede ser encontrado y las personas pueden volver a ser quienes son en realidad, una vez que borran sus defensas, recordó como una voz de otro lado.


Hay que expresar la libertad, de hacer lo que quieras, tal y como quieras, siempre que lo hagas con pasión.