febrero 15, 2011

Vomito verbal

Cuando uno camina por una senda definida, nada es, en lo absoluto, definido, sino todo lo contrario, todo es difuso, y vomitivo, todo da miedo, vamos paso a paso cayendo, como en la vorágine, es como pisar blando, como caminar en una duna, una duna que está al lado de una grieta... así se siente la gente, así se sienten todos, y hablo en tercera persona por que hay gente que no es gente... y gente que elije algo diferente... no mejor, sino elije lo contrario... el puto lado oscuro, la oscuridad... algunos elijemos brillar en la oscuridad... y vamos cayendo hasta darnos cuenta que, los tipos que nos parecían lo más paria de la sociedad, se van transformando en algo común, en un compañero más, y que lo que nos separa de cometer sus atrocidades, sus violaciones, o matanzas, es un velo, el velo que separa lo tabú de lo que hacemos... El velo que al romperse, hace que un hombre salga, un día cualquiera, de vista de mujer, se emborrache y se prenda fuego, lanzándose en picada para dejar una bonita obra de Arte en el suelo, trozos de sesos pegados en la pared, y un olor fétido, a intestinos sin lavar... y pasa el tiempo y comienzas a darte cuenta que todos tienen algo muy oscuro en su alma... pero nadie sabe que es lo que te impulsa a ti, a ondear en ondas mucho más oscuras que ellos, no a hacerlas... sino a pasar por ahí, como uno pasa por un museo de obras abominables, o una recamara de Arte medieval, que a algunos les gusta, y a otros desagrada... como el Arte moderno, incomprensible para el artista mismo, pero por lo mismo, atrahíble al tipo o tipa que lo aprecia, un jackson polock o alguna estupidez símil, preciosa, valiosa, pero solo la katarsis de un sujeto roído... y eso es lo que no se explica, hasta qué punto un tipo sufre, y cómo sufre... y el por qué... pero decirlo, hace que pierda el sentido, contar tu historia no la hace más real o menos crehíble, al contrario, hace que la veamos como algo lejano... y hay personas que cargan con ojos que guardan algo... y otras, que llevan ojos sanos, limpios de dolor, y que solo aveces, aveces... demuestran su verdadera oscuridad... pero nunca el por qué, el por qué es profano y un hombre sin secretos no es un hombre, no es un ser, es un nada...
Entonces, llega un minuto en que, te preguntas el por qué estás ahí... incursionando historias de hombres decadentes.. y te encuentras con que estás, en todos os sitios, con que lo más alto de la sociedad te ve como un espécimen a adorar, y lo más bajo como un compañero, y todos te cuentan sus historias como si te conociesen de toda la vida, pero no les dices nada, jamás cuentas tu historia, por que tu historia deja de ser real, y es nada, solo el recuerdo, del recuerdo, de un sueño mal recordado... entonces todo se pierde, y se asoma, a ratos, en sorbos exquisitos de alcoholes de toda índole... y ebrio, ya no te sientes, y te animas a hablar, no mucho, ni lo suficiente, pero lo necesario para no consumirse ni agarrar un día, seis litros de gasolina, e incendiarte desde adentro.

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Hay que expresar la libertad, de hacer lo que quieras, tal y como quieras, siempre que lo hagas con pasión.