Lágrimas del sol derramadas con fiereza, la frivolidad incrédula crecía, cuál ateísmo en casa de judío... las horas se desvanecían, y él miraba la puerta, detalle de su inconsciencia, y la divina presencia en su hombro izquierdo, susurrándole al oído qué hacer... las cuencas de los ojos vacías, y el sonido del tenor susurrante...
Se escuchaba el crujir de las maderas del barco, el aire marino se colaba por las rendijas, era tiempo de partir, ¿a dónde? él no sabía, solo sabía que de tantos personajes, olvidó quién era, y para que seguía, olvidó su nombre, olvido su casa, y olvido incluso su mordaza, solo quedaba el sueño, y sus pesadillas...
Partió mirándose la nuca, partió viendo su rostro de papel, partió lejos, en el barco; no sabía que le esperaba una cascada en medio del mar.
Mas los sueños cuando se lucha por ellos, nunca mueren; ...
A veces es bueno olvidar quienes somos, por cambiar de personaje. Debe quedarse con el que mas le acomode en su momento. E interpretar la obra en la que esté trabajando.
ResponderEliminarSaludos.