septiembre 04, 2011

Cuando el viento sopla las cenizas.

Un viento del este soplaba sobre el páramo, se escuchaba ese choque de hojas en la copa de los árboles y en los arbustos... se sentía un leve toque a frío amarillo en el aire, ese acompañado con margaritas, en esos días en donde hay más sol del habitual y las cosas brillan tanto que parecen desteñidas... así con las margaritas. Y encontramos espasmos en los músculos, y así iban los pasantes; con esos ropajes típicos de personas de un tiempo indefinido, de esos que se podría decir que habían nacido en ninguna parte, y caminaban hacia ningún lado... pero lo cierto es que caminaban al este, por el páramo, y al este estaban las montañas Elíadicas, y hacia el este viajaba con ellos, el viento, sus ropas no obstante danzaban como girando al rededor de ellos, el más alta de las dos formas tenía el cabello castaño, como el de las castañas tostadas o el de los granos de café de buena estirpe, sus ojos parecían atravesar el horizonte y penetrar en lo más profundo de las montañas, y a através de ellas, como los ojos de quien vive entre sueños y los termina cumpliendo, como una meta ineludible, como quien hace de sus sueños, su destino. La otra sombra parecía deslizarse por el páramo, llevava una capucha en su cabeza y su mirada parecía tener un brillo propio, como el de los viajantes que han visto muchas cosas y no se cansan de las maravillas de la vida.




Y caminaban, ambos por el páramo, y el viento azotaba las flores y los pastos, y había esa verdura desteñida en el fondo del paisaje, producto de las heladas que se avecinan, el otoño estaba acabando, y aunque nadie se lo podría imaginar, ellos estaban viajando, pero como parecían seres sin tiempo, ha de ser cierto que tambien eran seres sin miedo, esa mirada profunda, y esos bolsos en sus espaldas que en su interior parecían llevar, instrumentos de música, de fina mágia, como una bolsa de arena blanca, que la llevas a todas partes, para recordar la playa en donde viste el atardecer más hermoso, así les llevavan, a esos otros seres con alma, tocados por espiritus, ciertamente eso parecían, dos espíritus, pero eran una pareja de viajantes, sin tiempo, sin edad, que van de ninguna parte a la eternidad... 


Ambos se acercaban a las montañas, y más allá la ciudadela de Kyron y más allá el lago de las sombras, y más allá quién sabe, ellos, seguro lo sabrán, por que en su postura no se leen signos de desgaste, ni que estuviesen cansados de andar y de andar, más bien se lee la convicción de aquellos, que aún sabiendo que es incierto, su corazón tiene la certeza de que llegarán, mucho más allá, y el sol, y la luna, y las estrellas en los campos, y las lágrimas tanto de alegría como de melancolía, señiran sus rostros, y la vida nunca los dejará de lado, ciertamente parece, que sus colores no se desteñirán jamás. 




Y las luces de mil caminos se ciñen ante mis ojos, caminos difíciles en donde abunda el dolor, 
y así también mil y una maravillas.

1 comentario:

cualquier parecido con la realidad, o con persona viva o muerta, No es una Coincidencia, las coincidencias, no existen.



Hay que expresar la libertad, de hacer lo que quieras, tal y como quieras, siempre que lo hagas con pasión.