un hombre viejo los mira de soslayo, mira como los jovenes prueban estampillas y laminitas para poder sentir un poco más, mira como los adultos toman pastillas para descanzar, y pastillas para seguir corriendo, sensaciones instntáneas y superfluas en la espiral de la ciudad, un dolor amargo y seco, un corte trasversal al cerebro, el cráneo en la mano y sobre los hombres un televisor.
El viejo los mira de soslayo y el viejo es un vagabundo, el viejo es mi padre, mi hermano mi sobrino y mi abuelo, el viejo los mira sin odio, sino con pena, el viejo los mira y no sonríe, con su mueca eterna de desesperanza, el viejo fuma y no le da risa, el viejo sufre por que pocos sufren con tanta intensidad, y por que pocos aman con intensidad, pro que la pasión fue remplazada por el deseo y el amor por un cariño superfluo, el viejo llora sin llorar, y está de luto por que muy pocos conocen las palabras para describir sensaciones más intensas, por que todos aman a los bárbaros que aploman los sentidos con sensaciones instntáneas, y sus palabras no demuestran cariño, y sus lazos se han desgastado hasta romperse; el viejo llora por que no se acabo el mundo, sino que el mundo suprimió todo por lo que valía la pena vivir...
No diluyas la vida.
El nacimiento de los ermitaños sucede cuando el mundo se ha vuelto demasiado torcido para vivir en él. Si no puedes, únete, dicen aquellos de la vida fácil. Si ni puedes, aléjate, diría yo. Déjalos vivir entre sueños de plástico y añoranzas carcomidas, putrefactas. Déjalos en su fantasía, en su mentira. Ve como mueren en vida, buscando un alma entre los canales, una esperanza en Facebook, un eco en Twitter. Deja que se mueran y entonces regresa y conquístalos.
ResponderEliminarSaludos, siempre es grato leerte. n.n
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