mayo 16, 2010

cinemática recreación de un tren de extraño color.

El tren se llevo los pétalos y las cenizas, tres veces llamó, y ninguna contestó, se esfumo a lo lejos, llevándose incluso algunas raíces profundas de esas que amenazan aveces con sofocar el corazón y cortar la respiración... siempre quedan algunas, más de las que deseamos. quedan dentro como quistes que se pudren y pueden formar un cáncer, cuando eludimos lo que sabemos pero no queremos ver... como avestruces que esconden su cabeza en la arena. ¿La mala yerba nunca muere? no. Quizás el espejismo de luces en rotos espejos formen dibujos melancólicos, enamorados de la idea anterior, más que de la planta misma... quedan las raíces, y aunque aveces tratamos de extinguir todas las brazas, quedan rescoldos, resquicios de una hoguera: desaparecen lento, como el suicidio melancólico de las épocas. ¿donde se van los sueños? ¿donde se va el dolor?
todo se transforma, y aun el peor dolor puede formar una sonrisa, por que aún cuando esté la suma de sabores rancios, amargos y ácidos, todos forman colores, y sin ellos el resultado final sería desabrido, como algo no muy bien vivido, por no estar sufrido, como si se tratara de colorear con momentos las acuarelas de nuestra alma.
Pienso que muchos se enamoran de ideas, de sueños, de los globos que los llevan alto, pero no de la realidad misma, por eso quizás, se desilusionan. otros en cambio se atan a ideas vagas, a un prejuicio, a una idea que aveces resulta ser acertada: muchas por desgracia, pero quizás ese mismo punto, la de la idea anterior, es el que hace que el día fracase, pensando que será un amanecer soleado... y luego pensar que puede sofocarnos, o que vendrán nubes de tormentas, quizás resulten llegar por el hecho de pensarlas o quizás solo sea el eterno juego de la causa-efecto.
Cuando los momentos nos tragan y nos perdemos en laberintos que se pudren y nos pudren de repente, entonces es cuando hay que salir, volar lejos, pero no escapar, sino enfrentar el laberinto, sacar las raíces, para ser libres. quizás los terranos no entiendan mucho esto, ellos prefieren mantener raíces e ideas para no descalabrarse, mantener el rumbo dejando una seguidilla de posibles vueltas. pero los aéreos prefieren (o preferimos) sacar las cosas de raíz para no atarnos a nada, aún cuando hacer esto se traduzca en un posible porrazo descomunal, mas aún así hay que mantener un cable a tierra, por que los aéreos como los sueños, se pueden ir muy alto, tanto que la realidad resulta un tormento por que está lejos de la expectativa, los mixtos en cambio quedan en la disyuntiva fatal, de no saber que hacer ni adonde ir, o en que enfocarse, si en la libertad de volar por si solos, o mantener cabos sueltos por si las moscas...
El viento sopla, si las heridas están limpias, siempre puedes volar.
Hay un universo esperando a que abramos las alas, pero aveces se nos fuerza a cerrarlas...

3 comentarios:

  1. ¿Y que pasa cuando las anclas saben tanto a miel que no nos queremos despegar de ellas? ¿Hasta cuando puede uno sacrificar los placeres por una libertad real, que a veces resulta sinónimo de soledad? Yo lucho por hacerlo, aunque cuesta mucho trabajo el primer desprendimiento, y cuesta aun mas vencer los temores que nos mantienen a salvo del precipicio de lo desconocido...

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  2. ¿qué es volar alto? no es sólo desenraizarse de la seguridad de la tierra, también es volar con voluntad e identidad propia...

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cualquier parecido con la realidad, o con persona viva o muerta, No es una Coincidencia, las coincidencias, no existen.



Hay que expresar la libertad, de hacer lo que quieras, tal y como quieras, siempre que lo hagas con pasión.