mayo 30, 2011

Pulmones Negros

Y así como siempre; cuando más le necesitaba se fue; dejando un frío paraje, y esa gran lágrima rasguñandole el ojo izquierdo... no dejaba de ser extraño, años de hipotermia en el alma y de repente pasó eso; el viejo lobo ya no parecía tan viejo; tan lejano, y tan inalcanzable; de repente hasta parecía un perro, común y corriente, de aquellos que encontramos en la calle...

No, la verdad eran muchas cosas, de nuevo estaba solo, de nuevo debía enfrentar su realidad... el molino girando 40, 50, 300 kilómetros por hora, a un viento de tormenta; y luego nada; te hieren una vez, y dos veces, y tres veces, y luego se preguntan por qué no sientes, por que tus ojos miran a la nada, por que todo se desmorona; y de repente te das cuenta que la ceniza se ha ido acumulando, que tus pulmones están negros, y tus pies se están derritiendo.

Sí somos errantes; de una triste canción dolorosa; la vida y sus cenizas, nos cubren sin piedad, se marchita el coraje de nuestra necedad.-

Claro, todo se resume al orgullo cierto... algunos confunden el orgullo con honor; y suponen que es cosa de sentirse "orgulloso", no la verdad era otra en Niza, el puerto ya no era lo mismo que antaño, paracía vivo, no un pueblo fantasma en medio de la nada; y aún así los sueños habían adquirido una fragilidad titánica; y eso que antes eran irrompibles, inescrutables...

Hay personas que eligen olvidar los buenos momentos para sentirse mal;o simplemente para dejar de sentir; hay personas que eligen recordar los buenos momentos y hacer cosas... y es por ésto último que Niza es un puerto lleno de historias, pero sin ningún tesoro que saquear; el tesoro es la misma Niza, el puerto y su gente, y sus placeres y sus sonrisas...

No obstante los pulmones siguen negros, de tanta cristiandad; de tanto martirio, de tanto vomitar; los pulmones siguen negros; tras la tempestad.

mayo 05, 2011

Un frío paraje.

Era una historia de aquella que no te hacen llorar, era una historia de aquellas que te hieren el alma, de aquellas que se roban los sonidos, las canciones, las emociones; de aquellas que hacen reinar al silencio... era de aquellas historias que congelaba la atmósfera... dejando una hipotermia perpetua, un toque infinito de un no-sé-qué tan precioso, tan terriblemente insano.

Era aquél, un hombre solitario, con un alma solitaria, con nómadas sueños, con pedazos de cielo, caminando en el infierno, era un ángel y un demonio, era un frío moribundo... y aconteció un férreo día de calor perpetuo, de aquellos que no te dejan salir a la calle, de aquellos que no te dejan respirar, de aquellos que no quieres saber más, y el caminaba con su abrigo negro aún cuando caían pájaros asados, aún cuando la sangre se evaporaba de sus antiguas cicatrices, aún cuando en su alma no había más que un revoltijo desolador... aún así... él llevaba su abrigo negro; pues era su luto, el luto, por lo que se había muerto en su interior.. el luto que le recordaba el por qué no sudaba, el por qué no lloraba, el por qué no reía ni amaba, ni sonreía.

Era un frío perpetuo, pues la frivolidad es tal para los inmortales, que los ancianos son cosas, y los adultos niños que juegan a la guerra, que juegan a herirse, que juegan a amar; sin embargo el era un punto a parte, pero no recordaba nada, no recordaba ni siquiera la mitad, no recordaba a penas su nombre. Sólo la idea de estar solo en el mundo, por que algo se había perdido... algo, no sabía cuándo... Y aquél hombre que no tenía esperanzas.... encontró una flor; negra... en medio del desierto blanco, que había sobrevivido a la nieve de las noches, y a los cincuenta y siete grados del día, que había sobrevivido, y seguía ahí, esperando al caballero negro.

mayo 03, 2011

Tiempo de Tormentas

Había sido un violento reguero de sangre, había sido mucho más de lo que pensaste, había sido un choque difuso de luces y explosiones; ahí fue el lloro y el crujir de dientes, y ahí fue cuando aprendí a ver; y a veces siento que he de cargar con ese peso para siempre, quizá por eso deseó tanto la muerte, quizá por eso en sus visiones su corazón sucumbía de repente, ante el peso descomunal del hierro...

No había nada, más que plumas, pegadas con costras de su sangre en el suelo, el cuervo partió y se llevo todo, le limpió todo, o así parecía; en realidad dejó un vacío inescrutable, se le olvidaba algo crucial, se le olvidaba que él era un montón de nudos hecho jirones, por lo que conocía el ocaso del sonido, había sido víctima de historias tan enredadas, que su condición human se perdió... se olvidaba que él... no sufría, no lloraba, no reía, se olvidaba que la luz que lo iluminaba por fuera no podía alcanzar su último y más oscuro rincón.. se olvidaba que el solo se decepciona y deja de sentir, al punto en que vuelve a no sentirse... se olvidaba que sus decisiones lo habían llevado al mismo instante.

Al principio piensa que se había inyectado heroína... luego se da cuenta... está llorando sangre y sus oídos también...


Un reguero frío recorrió su espalda, un reguero frío por seguir aquí, se despertó y se dio cuenta que seguía mirando... se sacó los ojos...
Seguía mirando.

Caminaba un hombre ciego y viejo en la penumbra del tiempo, había olvidado sus mejores trucos, había olvidado invocar a los espíritus... ahora era Ciego, pero su alma continuaba viendo... Cuán horrible es la condición de un hombres que puede ver más de lo que quiere ver!... en otros tiempos le llamarían loco, en otros sabio, en otros brujo; lo que el sí sabía era que no tenía idea de nada, solo trataba de que el dolor del vivir no terminara socavando su alma.... una parte de él recordó la condena... Por su ambición de querer brillar más que Dios, hace una eternidad atrás... y cada vez que veía a sus similares, ellos se asustaban... todos tenían una carga, pero la mayoría continuaba siendo libre, aún cuando las voces de las muertes que cargaban le hiciesen sangrar los oídos... aún así, le temían, por que su maldición era peor... la maldición de estar demasiado cuerdo, la maldición de saber mucho más de lo que había decidido estudiar... nunca debió haber entrado en esa biblioteca... pero ver a través de esa agua era demasiado tentador.

La curiosidad mata al hombre, y el terror domina su alma cuando escucha la campana de Sion.

mayo 01, 2011

Más que palabras.

Ella miraba todas las tardes por la ventana de su castillo, miraba al horizonte, miraba la muerte del sol, como un parpadeo constante, los días se volvían noches y las noches días, y así los colores se iban destiñendo lentamente. Al castillo le salió musgo, crecieron enredaderas que se tomaron las fibras de los maderos de las puertas, la enredadera de flores blancas que solo salen a la luna llena, ella misma las plantó con semillas que él le regaló, la lluvia nunca acaecía, y los silencios iban haciendo procesión de los rincones empolvados, yo la miraba anonadado, desde la comodidad de mi barco, todos los días en la tarde después de pescar.

Su piel y su cabello cambiaron de color, se volvieron de un gris ceniza, y sus ojos, antes brillantes cristales como gotas de sol, ahora no reflejaban la luz, sino que la absorbían, renegando al vacío inexorable a la profundidad de su alma roída; no era más que un montón de nudos, demasiado apretados por el vaivén de los ataques epilépticos, sus huesos se volvieron de vidrio, y no le permitían caminar, las flores, antes blancas en cada luna llena, lentamente comenzaron a volverse gris sepia, como si una tormenta de polvo y ceniza las hubiese tomado, y detenido para siempre, ella seguía esperando nada, no se había dado cuenta que lo que le habían dejado, en principio era un regalo, que ella misma convirtió en maldición; la maldición de depender, no de sueños, sino de suplicio e ilusión, para despertarse cada mañana.

Sin embargo lo que antes fue dolor ahora eran rosas marchitas, secas en un cajón con olor a encierro, ya no quedaba nada más que aquél silencio ensordecedor en su alma moribunda, aquél silencio que se erguía cada vez que la noche caía, y la luna cantaba, el silencio que la fue dejando lentamente sin voz, y llenó su cara de surcos, que la misma enredadera le hizo mientras dormía; las polillas tomaron su vestido, y lo hicieron hilachas, lo dejaron roído; aquél vestido blanco que reflejaba una idea, que olvidó, aquél vestido con el cual solía pasear por jardines de tulipanes blancos, corriendo a pies descalzos, por un pasto de verde eterno, aquél vestido con el cual no le molestaba lanzarse al vacío, y salir airosa.. aquél vestido con el que cayó en la trampa, en lo que primero era una flor y luego se convirtió en enredadera y le atrapó...

Se levantó un día antes del atardecer, dormía mucho por el peso de las memorias, no les dejaban respirar, no le dejaban comer, se levantó y miro aquel atardecer, sus ojos ya no expresaban canción alguna, ya no habían tristes violines, ya no había nada, por un momento vio su reflejo en la polvorosa ventana, no había nada en ella, era nada, y aquello no le dio pena, aquello no le provoco nada, solo se dio cuenta, que no había nada, por que nunca hubo nada, por que todo murió mucho tiempo atrás. Entonces la enredadera sucumbió, ante el viento del este, era solo ceniza, polvo y arena, y ella vacía, sintió un abrazo, y se dejo caer. 


Hay que expresar la libertad, de hacer lo que quieras, tal y como quieras, siempre que lo hagas con pasión.