mayo 03, 2011

Tiempo de Tormentas

Había sido un violento reguero de sangre, había sido mucho más de lo que pensaste, había sido un choque difuso de luces y explosiones; ahí fue el lloro y el crujir de dientes, y ahí fue cuando aprendí a ver; y a veces siento que he de cargar con ese peso para siempre, quizá por eso deseó tanto la muerte, quizá por eso en sus visiones su corazón sucumbía de repente, ante el peso descomunal del hierro...

No había nada, más que plumas, pegadas con costras de su sangre en el suelo, el cuervo partió y se llevo todo, le limpió todo, o así parecía; en realidad dejó un vacío inescrutable, se le olvidaba algo crucial, se le olvidaba que él era un montón de nudos hecho jirones, por lo que conocía el ocaso del sonido, había sido víctima de historias tan enredadas, que su condición human se perdió... se olvidaba que él... no sufría, no lloraba, no reía, se olvidaba que la luz que lo iluminaba por fuera no podía alcanzar su último y más oscuro rincón.. se olvidaba que el solo se decepciona y deja de sentir, al punto en que vuelve a no sentirse... se olvidaba que sus decisiones lo habían llevado al mismo instante.

Al principio piensa que se había inyectado heroína... luego se da cuenta... está llorando sangre y sus oídos también...


Un reguero frío recorrió su espalda, un reguero frío por seguir aquí, se despertó y se dio cuenta que seguía mirando... se sacó los ojos...
Seguía mirando.

Caminaba un hombre ciego y viejo en la penumbra del tiempo, había olvidado sus mejores trucos, había olvidado invocar a los espíritus... ahora era Ciego, pero su alma continuaba viendo... Cuán horrible es la condición de un hombres que puede ver más de lo que quiere ver!... en otros tiempos le llamarían loco, en otros sabio, en otros brujo; lo que el sí sabía era que no tenía idea de nada, solo trataba de que el dolor del vivir no terminara socavando su alma.... una parte de él recordó la condena... Por su ambición de querer brillar más que Dios, hace una eternidad atrás... y cada vez que veía a sus similares, ellos se asustaban... todos tenían una carga, pero la mayoría continuaba siendo libre, aún cuando las voces de las muertes que cargaban le hiciesen sangrar los oídos... aún así, le temían, por que su maldición era peor... la maldición de estar demasiado cuerdo, la maldición de saber mucho más de lo que había decidido estudiar... nunca debió haber entrado en esa biblioteca... pero ver a través de esa agua era demasiado tentador.

La curiosidad mata al hombre, y el terror domina su alma cuando escucha la campana de Sion.

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