agosto 18, 2012

El sueño dentro del coma

El semblante sombrío levantó sus inexpresivos ojos, ya había pasado mucho tiempo ¿mucho tiempo de qué? mucho tiempo de que la música no llenase el vacío...

La sombra que hay tras los ojos.

Me habría preguntado en otro tiempo el por qué colorear el cielo si es perfectamente azul, ahora lo comprendo, se fijaba que era azul cuando se veía hacia arriba, pero en el horizonte parecía cada vez más blanco, celeste pálido...
La importancia de los colores... encontré una caja llena de diamantes, pero están pegados a la caja y la caja pesa mil toneladas...

Y claro que los intentaba sacar ¡ni te imaginas cuánto! luego me di cuenta que los seres etéreos y estéreos no reconocen la oscuridad, y que mientras uno cae brilla más, brillamos mientras caemos y nos parece maravilloso, pero la luz interior se está escapando, se escapa hacia afuera y el vacío entra; esa es la oscuridad acechando, el semblante sombrío... nada está completamente vacío (esa es la paradoja) o estás lleno de vacío o lleno de luz, o una mezcla de vacío y oscuro.

El placer de estar vacío no es más que el de estar lleno... suelen ser cosas buenas, la música de los etéreos ayuda, parecen cantos de otro tiempo, de esa música que toca fibras profundas, que hace recordar cosas importantes... Y no hay que evitar sonreír cuando eso pasa, descubrir algo nuevo para recordar algo viejo, algo dormido, algo que se quisiera compartir, al universo entero.

chispas que intentan incendiar una hoguera¿A qué vino todo eso? la tormenta del vacío iracundo, pasión a sangre, como un vicio creciente, la necesidad de sorberle a la vida todo, creemos que estamos sedientos pero se nos olvida nuestra maldición; caer en la grieta más profunda, a un vórtice desapegado de la realidad... dentro de la realidad y es ahí cuando sucumbimos ante la sequedad trémula de las palabras, de golpe, repentinamente, caemos más profundo y empieza el sueño dentro del coma...

Que ganas de que sea una cascada de buen café aroma a libros viejos, a casa antigua, a palabras no dichas pero por decir, que ganas de que las sonrisas no se borren nunca, que la gente no tenga que irse, que no haya la necesidad de quedarse, que no se sienta el desapego y que el apego no sea adictivo sino más bien un vicio sutil, como el sabor que parece tener la piel después de un abrazo, o los labios después de un beso, como la sensación de intentar mirar el viento, perseguirlo cuando se cola dentro de un árbol de hojas perennes y ellas parecen danzar su tenue canción...

Que ganas de ser viento, que bota a una hoja, que danza por el aire, para ir a dar a una frente...

Y el cielo parece mostrarnos cosas nuevas, como cuando se pierde el sol, por el mar o las montañas, o lejos allá en la tierra... se pierde y parece despedirnos
de la nostalgia que se siente en el momento anterior al inicio del sueño

Y así es como intento dibujar sin dibujarme, como si tuviese que dibujar un camino por el aire, como estas letras que no se escriben solas, que salen de una parte, de un pozo que no es infinito, pero que se rellena con las mismas palabras, así se van borrando las nuevas y nacen otras, y así se reproducen una y otra vez, hasta que el pozo vuelve a estar llena, ya dirá el tiempo de qué.


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